En muchas ocasiones, sin darnos nosotros cuenta, somos víctimas de la ironía del destino y de la vida, y personas que creíamos amigos desde la infancia, que compartimos juegos, risas, lloros, etc., se convierten en nuestros peores enemigos, en nuestros verdugos, sin mostrar un ápice de respeto por parte de esas persona, que con anterioridad lo fueron todo para nosotros.
Esta visión de crueldad por parte del ser humano es lo que refleja la obra de Anna Seghers, ‘La excursión de las niñas muertas’; escrita en 1943, en plena II Guerra Mundial, donde se refleja como la autora, exiliada en México por su origen judío, sus ideales comunistas, las encarnizadas luchas que mantenía con los nazis, le llevó a exiliarse a diferentes ciudades europeas, hasta poder llegar al país. En esos momentos, cuando comenzó a escribir la novelle se encontraba en una larga convalecencia tras un accidente, y empezó a recordar, con profundos pinchazos de añoranza su vida en la Alemania, concretamente en le periodo prebélico: su barrio, su madre y cómo ésta la llamaba, sus amigas de clase, las profesoras que con tanto cariño las trataron, y las excursiones que hacían. Para enlazar, a partir de pequeños detalles o de hechos lo que ocurrió posteriormente con esas personas durante la guerra. Cómo la crueldad del destino se cebó con ellas y con sus familias.
Amigas de toda la vida, no dudaron en traicionarse una a otras; sintiendo el azote del destino en su piel a través de las personas que más quieren como son sus maridos no son fieles a su destino, sólo por conservar un puesto de trabajo, cómo al encontrarse con las viejas profesoras muestran su cara más despótica al no dejarlas sentarse en un banco del parque…, son pequeños hechos los que caracterizan la actitud del ser humano, y en esta novelle, da lugar a la cara más cruel del mismo.
Pero esto nos hace preguntarnos: ¿Qué haríamos nosotros en una situación similar, ser fiel a nuestros principios o luchar por sobrevivir?; si encontramos a nuestra amiga de la infancia, y no sólo a ella a su hija, solas y desamparadas, ¿no las ayudaríamos a pesar de profesar una ideología diferente a la nuestra?; ¿quién es más culpable el que actúa o el que ignora?
Todas estas preguntas quedan en el aire tras la lectura de la novelle de Seghers escrita, cómo hemos señalado con anterioridad, en México, donde se encontraba exiliada por la II Guerra Mundial; durante la convalecencia de una accidente de tráfico en 1943, que la mantuvo hospitalizada una larga temporada. Esto le permitió recordar su Alemania natal, su familia muerta en la guerra, sus amigas, las cuales habían desaparecido y de ahí que surgiera esta novelle; la cual critica la crueldad del ser humano, la falta de amistad verdadera y de amor entre las personas, las actitudes de venganza que se muestras y la ironía del destino de la cual, ninguno estamos a salvo.
La literatura bélica o de personas exiliadas, puede resultar en ocasiones desagradable, ya que de antemano sabemos que nos vamos a encontrar con sufrimientos, crueldades, injusticias…, pero a pesar de ellos no hemos de darle la espalda, ya que nos muestra la realidad de un momento, y no sólo eso, hasta dónde es capaz de llegar el ser humano para conseguir su bienestar sin importarle nada ni nadie; los diferentes giros que da la vida, y la ironía del destino, el cual te permite estar en lo más alto y al minuto en lo más bajo. Todo ello nos permite reflexionar acerca de las viejas amistades, si verdaderamente eran amigas, si alguna vez sintieron el mismo aprecio hacia nosotros, y si en caso de necesidad nos ayudarían…